Directo desde las ruidosas y vibrantes calles del Microcentro de la Ciudad de Buenos Aires, Don Roque ha logrado erigirse en tiempo récord como el máximo representante de la Joyería Contemporánea.

Sus piezas no mienten: Don Roque, cuyo carácter, aplicación y talento fueron forjados dentro de una familia de joyeros y artistas, supo exhibir desde sus primeros pasos una visión de futuro muy distinta a la de un sector que parecía condenado a la mera imitación en loop de todo aquello que alguna vez había funcionado.

Así como la flor de loto, que nace en el pantano más contaminado y lo inunda de su fragancia, Don Roque nació para representar la joyería hecha con arte, técnica y pasión.

Claro que no se trata solamente de lo material, porque lo espiritual –punto central en la vida de Don Roque– es otra de las claves a la hora de introducirse en el amplio universo de 0800 Don Rouch.

Cada una de sus piezas posee un cuerpo físico y otro espiritual, transformando por completo la existencia cotidiana de quienes las posean.

Tampoco se trata de establecer una competencia por quién es el orfebre que usa más oro, platino y diamantes, algo muy común en la escena y por completo opuesto al mensaje de Don Roque. Ante todo, lo más importante es quebrar los límites de lo establecido para poder crear obras de arte únicas, tarea a la que se aboca con la pasión y la dedicación de quien nunca se conforma con lo ya obtenido.

Allí en un rubro en el que muchos ven el reino del individualismo, 0800 Don Rouch demostró que no hay nada más fuerte que los lazos de una comunidad que crece a pasos agigantados hace ya varios años en todo el mundo